El
regreso en verano a la vieja "casona" supone un momento
especial. Las visitas, a ella, durante las otras estaciones del año
son rápidas, casi siempre imprevistas, dejando atrás a las
mascotas, por lo que la estancia no puede superar las veinticuatro o
treinta y seis horas.
Al
contrario de esto, el tiempo de verano supone la etapa del
reencuentro, de la calma. Reencuentro con los vecinos, con los
emigrantes que vuelven, con las calles de la infancia, con las
historias de la adolescencia, pero sobre todo con el bis a bis de mis
fantasmas.
Os
preguntaréis: ¿Fantasmas?... pues sí.
Tengo
una buena amiga que de vez en cuando me dice cuando nos vemos: ¿Qué
te ocurre chiquita?... Estás necesitando ir a Encinasola, pasear por
tu casa, llenarte de la energía positiva de los tuyos... ¡Y tiene
razón! Mis fantasmas me animan y hacen que saque fuerzas de flaqueza
cuando estoy a punto de derrumbarme.
¡¡Todos
los tenemos!! pero ¡¡¡cuidado!!! Los hay blancos y negros (de
alguna forma los tengo que "catalogar")
Los
fantasmas Blancos, son los que me transmiten buenas vibraciones; los
Negros intentan ponerme zancadillas una y otra vez, pero con la
fuerza y la energía positiva de los Blancos, consigo remontar y
seguir viviendo mi presente (en ocasiones muy complicado); sin
plantearme las grandes y angustiosas pretensiones que "mariposean"
en las cabezas de conocidos que viajan a "años luz de mí"...
Permitidme un pequeño rasgo de humildad: "años luz por delante
de mí."
Pero
esto no importa; nada de esto importa.
Los
fantasmas Blancos me han contado que vivir es algo muy sencillo: Es
saborear calabacines o tomates recolectados en el pequeño huerto; es
comprender a mis mascotas con una simple mirada; es dadle alas a los
hijos llegado su momento para que vuelen, aunque vislumbremos que
será un vuelo lleno de incidencias y que nos causarán mucho dolor;
es identificar los propios sentimientos a través de una canción; es
perdonar, siempre que ese perdón no pisotee mi dignidad; es vivir,
en fin, en consonancia y respeto con la naturaleza.
Pero
lo principal aceptar que los fantasmas, catalogados por mí, existen
y al amanecer de cada día desconocemos si nos visitarán los Blancos
o los Negros.
Espero estar entre los fantasmas blancos,un abrazo para toda la familia ¡Feliz verano!
ResponderEliminarLos que andamos por este "barrio de la vida", no entramos en esa catalogación. A ti te llamo: mi Angel Guardian.
ResponderEliminarSi supieras la pelea k me traigo con el móvil nuevo. Descubrir cómo acentuar ha sido una fiesta, pues intentaba hacerlo como en el
ordenador. Tampoco puedo colgar en rl blog. No me da la opción y me tengo k buscar un bar donde conectarme.
Pero como mejor se aprende es equivocàndose. Un abrazo fuertote.
Algo ocurrió amigo. Cuando disponga de tiempo arreglaré este entuerto.
ResponderEliminarAlicia, hemos llegao tarde a las nuevas tecnologías, pero hacemos nuestros pinitos y trasteando como digo yo, aprendemos cosas.
ResponderEliminarme ha encantado lo que has escrito ¿ y sabes tienes toda la razón ? ya me gustaría a mi ir a mi casa con mas frecuencia , me encanta subirme a la terraza , tiene unas vistas preciosas , se ven hasta los cipreses de el cementerio , allí pierdo la nocion de el tiempo , si lo hago por la noche me dan ganas de coger una manta y quedarme horas mirando el cielo , cuantas estrellas , por supuesto en esta época , lo de subir al doblao lo tengo en mente , desde que murió mi madre no lo he echo , quiero buscar recuerdos , olerlos y tenerlos en mis manos ,,,,
ResponderEliminarAlicia. que maravilla seguir conservando la casa de tu niñez, se que en esta vida, nada es gratis, por ello conlleva el esfuerzo de mantenerla. Pero la recompensa es infinita, seguro que mientras estas alli, revives momentos muy felices. No hay nada mas hermoso, que volver a las raices....
ResponderEliminarUna gran alegría verte por aquí. Ya mismo estarás de vacaciones. El sitio es ideal. Algún dia si puedo, iremos nosotros tambien. El clima de esa parte me atrae.
ResponderEliminarUn abrazo grande para los tres.