La capuchina, para mí, es la
alcahueta, la soplona, la chismosa que me advierte (con su floración)
que la primavera ha llegado a mi jardín; quizás, por eso, desde
siempre, me gusta.
La conozco, en mi casa de Encinasola,
desde pequeña y ahora también la tengo en Gerena. Siempre la conocí
como "espuela de caballero", aunque se la conoce también
como: capuchina (el más común), espuela de galán, flor de la
sangre, llaga de Cristo, marañuela, taco de reina, pelón, mastuerzo
de Indias, capucha de monje, berro del Perú o de los Jesuítas.
Lo cierto es que su procedencia es de
América del Sur, del Perú y fué introducida aquí por los
españoles, junto con la patata y el maiz.
La reproducción, es facilísima, por
semillas. Éstas son más gruesas que un garbanzo (antes de secarse).
Sus propiedades son maravillosas. En
la cocina se pueden comer sus flores, hojas y sus aceites. De hecho
en muchos restaurantes se utiliza condimentada o para adornas sus
postres.
En medicina es un antibiótico natural
y desinfectante. Tiene infinidad de aplicaciones beneficiosas para el
organismo.
La encontramos en muchos parques y
jardines y pasaría desapercibida, para muchos, si no fuera por sus
vistosos colores: amarillo y naranja.
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