El correo
recibido ha sido, para mi, como un escopetazo.
Me hablan
de tu muerte, ¡qué cosa tan terrible! Te he llorado.Hace un tiempo escribí en Palabras a la intemperie: "Tus pasos". Este escrito no era ficticio, iba dedicado a tí, al amigo de la adolescencia, al que siempre me regalaba rosas y en la distancia las mandaba en tarjetas postales. (Entonces no conocíamos los servicios urgentes de transporte).
Qué lástima que nadie me anunciara de tu enfermedad, de tu posible abatimiento. Hubiera intentado ponerme en contacto contigo; no para seguir aquella charla que dejamos a medias... sino para hablarte de ese amigo que tuve en tí y que sin saberlo tanto me ayudó con su apoyo en mis exámenes en Huelva.
Gracias Miguel Angel por tus detalles, por tu amistad.
Si regreso a la Plaza de la Merced o al barrio Obrero alguna vez, tu espíritu estará presente en el aire de la ciudad.
Descansa en paz y ¡quien sabe! Puede que algún día reanudemos, desconozco donde, aquella charla que dejamos a medias...
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